La aparición de cataratas es la secuela más frecuente por
sobreexposición del ojo a las radiaciones ionizantes. Las directrices de
la IRCP (Comisión Internacional de Protección Radiológica) recomiendan
una dosis máxima anual de 150 mSv sobre los ojos.
En un reciente artículo procedente de la Universidad del Sur de
Illinois, Taylor y cols. estudian el grado de exposición radiológica
ocular de las principales técnicas intervencionistas en Urología para
determinar si es o no necesaria la utilización de gafas de protección.
Para ello colocan un dosímetro termoluminiscente en la vecindad del ojo
derecho, no protegido, del cirujano y evalúan la dosis recibida durante
la colocación de catéteres doble J, la ureteroscopia y la nefrolitotomía
percutánea.
La exposición media para colocación de doble J y ureteroscopia fue de
0.208 mSv y para nefrolitotomía percutánea de 0.125 mSv. Estas cifras
indican que serían necesarios, respectivamente, alrededor de 700 y 1200
procedimientos anuales para llegar a la dosis límite de 150 mSv.
Por tanto sin renunciar, obviamente, a las lógicas medidas de
seguridad y a uso de equipos modernos dotados de sistemas de colimación,
resulta improbable que la radiación dispersa que llega al ojo produzca
cataratas en el urólogo que trabaja con estas técnicas por lo cual la
utilización de gafas plomadas durante estos procedimientos sería
innecesaria.
Taylor ER y cols. Ocular radiation exposure in modern urological practice. J Urol 2013, 190:139-143. http://bit.ly/17QEKA5
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